Dice la letra
de una canción:
No imagine que
existiera alguien tan especial
Con esa mirada tierna y sonrisa angelical
No creí que existiera en el mundo un amor así
El que llevas en tu corazón y lo tengo para mí
Con palabras dulces de amor que no saben de rencor
Y al ver sus ojitos brillar, me devuelve la emoción…
Esta estrofa describe el amor que siente una madre hacia su hijo, en mi caso era mi hija no sabía si sería la única, pero era la primera, y como primera trajo consigo todas las sensaciones que una mujer sólo siente con su primer hijo, eramos ella y yo contra el mundo, no me importaba si el mundo seguía girando o se detenía, nuestro pequeño mundo era perfecto, ella conmigo.... yo con ella... Esa es mi hija Jessica Karina, acaba de cumplir 24 años, ya está casada, tiene un bebé hermoso, trabaja, estudia, vive.....
Cuanto puede costar el camino de ver una hija crecer, tratar de darle una vida digna, porque la que tenías en tu mente y corazón no pudo ser posible, "Dios no juega a los dados" eso es algo de lo que estoy convencida, nada sucede por azar, nada es casual, ya Él tiene trazado el camino, yo propuse... Dios dispuso. Cuando vi mi hija nacer, la vida se me llenó de ganas.... ganas de trabajar, de construirle un mundo rosa donde ella viviera sin que la maldad, el dolor, las decepciones, las nubes grises ni nada oscuro tocara nunca su vida, que fácil es soñar cuando estás llena de amor, ilusión y esperanzas... tristemente no todo fue color rosa.
Cuando apenas contaba con 16 años quedé embarazada y para cuando dí a luz tenía 17 años, decía mi abuelita “ah pecao... una niña criando a otra niña...” la molestia de mi madre pasó apenas me vio la barriga enorme, así que empezó a preparar el terreno para criar ella mi hija, ya que decía todo el tiempo que yo no iba a poder criarla, cuando mi hija nació mi madre prácticamente se hizo cargo de todo lo concerniente a ella, todas sus necesidades la cubría, cosa que le voy a agradecer toda mi vida, ella decidía la comida, la ropa, hasta el jabón con el que la bañaba, la enseñaba a que le dijera mamá y a mi me llamara por mi nombre, apenas cumplió el año se la empezó a llevar con ella de viaje casi todos los fines de semana, y yo no podía decirle que no, se molestaba muchísimo, después que la bebé tenía un año mas bien era una ayuda para mi que mi madre le dedicara tanto tiempo porque antes que la bebé pudiera aprender hablar ya yo estaba embarazada de su hermano Carlos Eduardo, y tras él llegaron otros tres hermanos mas, así que para cuando Jessica contaba con 7 años ya tenía cuatro hermanitos uno tras de otro, como saben eramos muy pobres y ella en esos siete años sólo vio nacer hermanos, yo trataba que todos tuvieran su vida de niños lo mas normal posible, que disfrutaran todo aquello que dentro de nuestras carencias podíamos darles, que en realidad era muy poco.
Por eso le permití a mi
madre hasta cierto punto que la tuviese con ella, sin embargo con el
tiempo llegaron diferencias porque ya no me gustaba tanto que mi
madre tomara decisiones con respecto a la niña sin notificarme, su
papá también estaba inconforme con ello, así que poco a poco fui
trayéndola hacia mi, a ella no le gustaba mucho porque estaba
acostumbrada a que su abuela le diera todo, como pude le fui
enseñando que yo era su mamá y así tuviera muy poco o nada ella
debía estar conmigo. Por supuesto mi mamá ya no le daba tanto como
antes, quizá era una forma de presionarme, pero no cedí. Cuando
íbamos a mudarnos a Santa Ana me pidió una y otra vez que le dejara
la niña, pero no podía hacer semejante cosa, le dije, si voy a
vivir debajo de un puente mis hijos estarán conmigo, si voy a comer
pan con mantequilla comerán eso conmigo, pero no voy a separarme de
ninguno de ellos.
Nos fuimos y mi niña empezó a sentir los embates de nuestra pobreza, desde los 7 años y hasta después de los 12 pocas veces tuvo linda ropa, lindos zapatos, lindas muñecas, se me partía el alma cuando ella miraba asombrada la ropa de otras niñas, tampoco había mucho que lucir, porque el poco tiempo que tenía fuera del colegio lo usaba para ayudarme a mi con sus hermanos, yo sólo la tenía a ella, me apoyaba en ella todo el tiempo, aunque yo trabajaba por épocas y siempre había alguien que los cuidaba, ella se sentía y se siente hasta el día de hoy con la responsabilidad de velar por ellos.
Como les he contado mi vida no fue precisamente perfecta o no todo lo perfecta que yo hubiese querido, así que las vicisitudes por las que me tocó pasar me forjaron un carácter inquebrantable; para criar a mis cinco hijos y no morir en el intento tuve que establecer normas para todo, para levantarse, comer, lavar platos, limpieza de casa, colegio, tareas, juegos, distracción, hora de dormir, mas recientemente horas de conexión a internet, salidas de paseo, en fin de todo... mi casa fue y es el pequeño cuartel que me inventé para que nada se saliera de mi control.
Después de mi, la segunda al mando siempre ha sido ella, así que soy la culpable de haberla responsabilizado de sus hermanos siempre que yo estuviera ausente, de haberla hecho cargo que todo se cumpliera y se mantuviera bajo las normas de casa, eso hizo de mi hija una niña extrema en el orden, en el cumplimiento de normas, pero no le enseñé que se podía ser flexible en algunas ocasiones, no le enseñé que nadie es perfecto, que todos nos equivocamos, que el mundo no puede ser como nosotros queremos que sea, y no se lo enseñé porque yo tampoco lo sabía, esa es una lección que nos ha costado lágrimas y sangre aprender tanto a ella como a mi.....
En el fondo mi hija no sólo se siente responsable de sus hermanos, también se siente responsable por mi, la separación de su padre nos afectó a todos, de una u otra forma, en medidas diferentes, pero nos afectó a todos, yo sentí cadenas quebradas que ya no volverían a atarme, vi por fin escaleras en las que yo iba de subida no en bajada, vi oportunidades, posibilidades, vi crecimiento y la oportunidad de conocer gente diferente, gente de otro nivel, aprender cosas nuevas, estudiar y por qué no... enamorarme nuevamente.
Ella también vio libertad, nunca la vi llorar por la partida de su papá, porque le hiciera falta, creo que en su mundo sólo cabíamos sus hermanos y yo, todo lo demás no le importaba, pero también vio mi libertad y eso para ella ha sido algo que hasta hoy no ha aprendido a manejar. Sin embargo, confío en Dios, su tiempo es perfecto, todo lo que sucede forma parte del plan que tiene para mi, que no dudo ni por un momento que sea muy bueno.
La adolescencia de mi hija es uno de los sucesos que marcó mi vida, yo estaba muy joven, recién separada cuando empezaron los síntomas de adolescencia en ella, otra experiencia desconocida, me encontraba perdida, pero aprendí mucho, Dios cuanto aprendí, toda esa rebeldía, esa necesidad de ser el centro de atención, ese llevar la contraria por todo, en fin todo lo que comúnmente hace un adolescente me hacía pensar que me habían cambiado a mi hija, era muy difícil de aceptar y manejar, pero las dos aprendimos y con el tiempo ella se calmó un poco, a mi me quedó la experiencia para tolerar y manejar esta situación con mis otros cuatro hijos que ya estaban entrando también en esa etapa tan dura tanto para ellos como para mi.
Mi hija siempre fue una
niña dedicada en todo lo que hacía, siempre traté de orientarla y
apoyarla, ella estudiaba con la ilusión de tener un trabajo para
ayudarme, se esforzaba en sus responsabilidades incluyendo la casa,
siempre permaneció vigilante para que nada se saliera de la norma,
vigilaba todos y cada uno de los pasos de sus hermanos, cosa que
ahora entiendo fue un peso demasiado grande para ella.... cuando era
niña pasábamos mucho tiempo juntas, yo no trabajaba por lo tanto
podía dedicarle bastante tiempo, siempre en todas las cosas de la
casa estábamos juntas, creció siendo mi amiga mas que mi hija,
finalmente yo sólo le llevo 17 años.
En realidad yo trataba de
dedicarle el mismo tiempo a todos, no considero que haya tenido algún
predilecto entre mis hijos, cada uno tenía necesidades específicas
que yo trataba de cubrir, pero ella siempre fue tan madura, tan
inteligente, tan proactiva, que no dude ni por un momento apoyarme en
ella para todo, sé que fue muy injusto de mi parte, pero
ya yo no tenía amigos, me había alejado de mi familia, la familia
de mi esposo me hacía la vida cuadritos, sólo me quedaba ella, sin
darme cuenta también la hice sentirse responsable de mi.
Ella seguía creciendo
dejaba atrás mi forma de ver las cosas y empezaba a verlas desde su
punto de vista, por supuesto encontró muchos puntos de diferencia
conmigo, algo que es super normal, pero esas diferencias no las
aceptaba y quizá mi falta de tiempo, la entrega a mi trabajo, a mis
estudios, a mis propios logros, permitieron que sus inconformidades
se acumularan, no se hablaran y se convirtieran en frustraciones que
fueron socavando su respeto a las normas.
Para ese entonces ya
tenía 19 años, estaba en la Universidad estudiando la carrera que
yo le había sugerido, trabajaba en un empleo que yo le había
conseguido, y andaba buscando la forma de revelarse ante tanto
control y ante todas aquellas diferencias de las que me acusaba.....
la cuerda cedió, y ella estaba dispuesta a hacerme entender que
tenía una vida propia que yo no podía controlar, sin darme cuenta
mi hija salió de mi control, llegaba muy tarde, no me decía donde
iba a estar ni con quien, se enfurecía cuando le llamaba la
atención, inevitablemente el enfrentamiento llegó tomado de la mano
con decisiones, no aceptaba que yo pretendiera controlarla, exigía
libertad porque ya era mayor de edad, y yo madre empedernida
controladora y posesiva hasta los tuétanos tampoco traté de
entenderla ni di mi brazo a torcer, así que decidió irse de casa,
vivió unos meses con su tía, Yo pasé tiempo sin saber de ella,
tampoco buscaba de saber, ella necesitaba tiempo y espacio y yo
también.
Sin embargo, una unión
tan fuerte y arrolladora como la nuestra no iba a ser fácil de
desatar, aunque las dos tenemos un carácter inquebrantable e
insoportable y ninguna de las dos aceptaba que necesitaba a la otra,
que estamos demasiado compenetradas una a la otra para prolongar
aquella separación por mucho tiempo, finalmente venció el corazón,
y volvimos a intentarlo...
Ella se había separado
del único novio que le había conocido y había empezado a salir con
otro que yo no conocía y me había negado a conocer entrincherada en
la posición que por ser madre siempre tengo la razón, pero con la
vuelta de mi hija a casa, entendí que habían cosas que tenía que
aceptar, que ella tenía el derecho de decidir su vida con quien
quisiera, yo sólo necesitaba que ella fuera feliz, que se sintiera
bien con esa persona, por lo tanto me di la oportunidad de conocerlo
y le dí la oportunidad de dejarse conocer. Aquella aceptación de
noviazgo sin darme cuenta se convirtió en aceptación de
convivencia, él pasó a formar parte de mi familia, un día mi hija
ya estaba embarazada, casada y yo que sólo quería que ella tuviese
su propia vida y dejara de sentirse responsable de nosotros la deje
decidir que hacer y como hacerlo....
Mi hija, adulta, casada,
madre, con un empleo, cursando su carrera universitaria, un día ríe,
un día llora, un día grita, y muchos días dice amarme,
Por lo demás sigue
siendo mi hija adorada y lo será siempre....ella para mi y yo para ella, sé que siempre que la necesite estará conmigo......
Te amo hija
Te amo hija