domingo, 26 de junio de 2011

“Una persona no puede bañarse en el mismo río dos veces porque, el agua con que se baña la primera vez no será la misma cuando lo haga por segunda vez, ya que todo está en contínuo movimiento y cambio, entonces cuando descendí al río por segunda vez, ni yo ni el río éramos los mismos”

Sabía que no iba a resultar, por mas que prometiera que iba  a ser otro, por mas que llorara, por mas que se esforzara no iba a resultar, aún así decidí intentarlo una vez mas....

Buscamos una casita alquilada en un barrio de Caracas, y empezamos otra vez, aproveché para buscar cupo a los niños en un colegio, para que no perdieran el año escolar siguiente, trabajé un tiempo mas en el instituto de belleza y los fines de semana en el negocio de mi mamá, mientras tanto Raúl buscaba trabajo, para que yo me quedara con los niños, cuando empezó a insistir con eso de nuevo, le recordaba sus promesas y se tranquilizaba.

En el fondo él estaba luchando en contra de su voluntad y de su instinto por cumplir sus promesas, y eso lo llenaba de ansiedades, sufría, intentaba disimularlo pero yo lo conocía muy bien...

Mi hermana lo ayudó a conseguir trabajo en una empresa de seguridad, eso me calmó, estar con la mente ocupada quizá lo ayudaría a relajarse,  pensaba mas en los niños que en mi, ya no soportaba que ellos siguieran viendo situaciones difíciles entre su papá y yo, eso me angustiaba mucho.

Cumplió su promesa de dejarme dormir con las niñas los primeros meses, le costaba mucho pero lo aceptaba, al paso del tiempo empezó a tomar alcohol de nuevo, y al romper con esa promesa fue cuestión de tiempo para romper con todas.
Las decisiones o indecisiones del ayer nos retienen, nos llevan a aguantar maltratos y situaciones de profundo dolor.
Primero decía que no era mucho, que sólo había sido un trago, trataba de presionarme pero no insistía mucho, cuando lo rechazaba me dejaba en paz, los días siguieron pasando y él seguía en su calvario, luchando en contra de su naturaleza.

La inconformidad en sus ojos me decía que estaba muy cerca la hora de entender de una vez que aquel matrimonio estaba desecho, me sentía en una trampa en la que caí por mi propia voluntad y que estaba dispuesta a soportar por mis hijos.... pero esa idea empezó a chocar en mi cerebro  "¿por mis hijos?  ¿Y Yo? ¿Seguiré en este círculo sin importarme, sin pensar ni recordar mis sueños de una vida sin carencias y en paz?"

Detrás de un perdón, viene otro, y otro, ya lo había experimentado otras veces creyendo en sus promesas de cambio, pero ya nada era igual, ya él no tenía disposición para mantener sus promesas y yo ya no tenía paciencia para esperar que las cumpliera.

Y entonces ¿para qué seguir apostando a una relación que ya no tenía razón de ser?  y mi respuesta por mas que le daba vueltas terminaba siempre en el mismo lugar, los hijos... por los hijos, aunque ya no lo ame, aunque la vida a su lado sea insoportable, por los hijos debo tolerarlo, todos nos equivocamos, pero la gente puede cambiar, él dice que nos quiere, que va a cambiar.... sin embargo esa teoría se derrumbaba cada noche cuando llegaba borracho, cada vez que me decía que yo no debía trabajar, cada vez que mis hijos necesitaban algo y yo no tenía con que comprarlo.

Nuestra relación de pareja empezó a morir desde el mismo momento que empecé a sentirme presa de sus razones y su egoísmo, con el paso de los años la vida nos puso mas y mas situaciones para probar la fuerza de nuestros sentimientos y todas las reprobamos, cada uno creía tener razones para seguir al lado del otro, él con la certeza que nos amaba y no quería vivir sin nosotros y yo con la firme creencia que era lo mejor para mis hijos... sin embargo, los dos estábamos en una situación tan insoportable, que la vida se convirtió en una verdadera tortura para ambos.

Gracias a Dios llegó a mi vida la oportunidad que siempre había esperado, entrar a trabajar en una empresa estable y obtener con mi trabajo la seguridad y la tranquilidad para mis hijos, agradezco profundamente a las personas que me dieron esa oportunidad, pero mas agradezco a Dios haberme dado la fuerza, la entereza y la disciplina para prepararme, esforzarme y salir adelante, de no haber sido así mi sueño hubiese durado lo que dura el alpiste en el pico de un pájaro.
Hay que saber cuándo una etapa llega a su fin. Todo pasa, y lo mejor que podemos hacer es no volver a ello.
Mi vida empezó nuevamente a girar, llegaron a mi nuevamente las esperanzas, el ímpetu de algo diferente, las ganas de seguir adelante y ya no estaba dispuesta a permitir que me lo arrebataran.

No había nada mas que hacer, él volvió a ver en mis ojos aires de libertad, quizá conservaba la esperanza de volverme a encerrar de alguna manera, pero como lo dije hace varios post, la Violeta Aguilera que él había conocido y manipulado por muchos años ya no existía, dentro de mi existía una mujer con la mirada altiva, dispuesta a demostrar que podía tener una vida  diferente para mis hijos y para mi, y si él definitivamente no lo aceptaba debía irse.

Eso no hizo falta que yo se lo dijera, él me conocía mejor que nadie, lo sentía, podía verlo en mis ojos, fue cuestión de días para que decidiera irse, no sin antes lanzar sus últimas brazadas de ahogado, "no vas a poder sola con cinco hijos, vas a buscarme para que vuelva contigo, te voy a ver arrastrándote pidiendo mi perdón, yo sé que vas a buscarme". No respondí, recogió sus cosas y se fue...


Para los niños no fue ninguna sorpresa, ellos también se sentían mas tranquilos y me daban ánimos para no decaer, pensaba quedarme un poco mas en aquella casa alquilada, mientras pudiera reunir para alquilar un apartamento en un lugar mas seguro para nosotros, sin embargo, no pudo ser, tuvimos que salir de esa casa la semana siguiente, porque Raúl antes de irse le había pedido a los dueños de la casa el depósito que entregó por el alquiler, les dijo que nos íbamos a otra parte, que él se iba adelante y nosotros la semana siguiente.

No puedo precisar lo que sentí en aquel momento, indignación,  rabia, asco, no lo sé, no sé como explicar que un hombre pueda dejarse dominar por su egoísmo, sus celos, su inconsciencia, al punto de dejar a sus hijos en la calle, con tal de verme doblegada, derrumbada y buscando su ayuda de nuevo. Entendí entonces el motivo de sus palabras, estaba seguro que yo lo buscaría al menos para reclamarle, controlé mi rabia y mis lágrimas, juré que nunca mas, por ningún motivo volvería a mirar la cara de aquel hombre, jamás le iba a perdonar que su amor enfermizo y destructivo hacia mi fuera mas fuerte que el amor a sus hijos, jamás iba a perdonarle que nos dejara en la calle.

Acepté la semana de plazo que me dieron,  hablé con mi mamá de nuevo, no era lo que quería pero era mi única opción, le pedí a mi hermano que me guardara las pocas cosas que habíamos logrado comprar en la casa donde él vivía, recogí a mis muchachos y llegué donde mi madre de nuevo.

Gracias a Dios toda aquella vorágine en mi vida no me avasalló, cada día me levanté con la firme convicción que no iba a estar mucho tiempo en casa de mi madre, tenía que ahorrar todo lo que pudiera, para irnos, llegaba a mi trabajo todos los días como un libro con las hojas blancas dispuesta a escribir, a aprender todo lo que pudiera, llegaba muy temprano me quedaba siempre después de la hora de salida, revisando, buscando, aprendiendo, todo era nuevo para mi, no sabía utilizar la computadora, todos los programas me confundían, pasaba horas para cumplir una tarea, pero me esforzaba y me esforzaba y lo conseguía. 

Estaba nuevamente viviendo arrimada en casa de mi madre, si es verdad, pero ya nada era igual, ya yo no pertenecía a aquel lugar, ya mi vida tenía un objetivo, ya mi mente y mis fuerzas estaban encaminadas a un destino diferente, y nada ni nadie me iba a apartar de mi objetivo.

No volví a hablar con Raúl, supe que estuvo en un sitio o en otro, porque siempre hay gente que disfruta de alguna forma en creer que hace daño a los demás, yo siempre estuve con mi frente en alto,  nunca permití que nadie me viera caer, en mis peores momentos, era cuando mas segura me veían, y así seguramente se lo hicieron saber, porque llegó el día que nunca mas volví a saber de él.

Mi vida se enrumbó, trabajo, esfuerzos, dedicación empezaron a dar frutos, poco a poco fuimos consiguiendo y disfrutando muchas de las cosas que habíamos anhelado, la principal era paz, tranquilidad, crear nuestro pequeño mundo, logré en menos de un año alquilar un apartamento, no teníamos nada, volví a buscar las cosas que  había dejado donde mi hermano, pero no quedaba nada, todo nos lo habían quitado, los niños casi lloran cuando encontraron sus juguetes en manos de otros, pero no permití que eso nos desanimara, les dije que iban a tener el doble de juguetes, y el doble de todo lo que habíamos perdido, así nos mudamos sin nada, dormimos en colchones en el piso, un televisor viejo  y muchas ganas de seguir adelante, nada nos desanimó, el futuro nos sonreía después de mucho tiempo.
Somos libres para elegir el tipo de pareja que deseamos tener, y si esta no nos hace felices podemos dejar todo y recomenzar una nueva vida.
No hay por qué dejar de lado nuestras expectativas, ilusiones, deseos y sueños por intentar sostener una situación que a las claras resulta insostenible, salvo que comprometamos nuestra integridad emocional, nuestra salud, el justo respeto que nos merecemos como seres valiosos que somos y el derecho legítimo a ser plenamente felices.
 El límite de lo negociable es la dignidad personal; es decir, la opción de ser valorado, honrado y respetado!!
Gracias por leer mi blog, hasta el próximo post!









sábado, 4 de junio de 2011

La gente no tiene idea de hasta qué punto es arrastrada por el miedo. Este miedo no es fácilmente definible. Hay momentos en que este miedo se vuelve casi una obsesión...

Aquellos meses en la finca fueron duros pero aleccionadores, la libertad es uno de los tesoros mas grandes que tiene el ser humano, y el miedo es un enemigo peligroso, porque se disfraza de muchos sentimientos y te lleva por la senda equivocada, por miedo, llegas a renunciar a tus derechos, a tu dignidad, a tu libertad.

En esos días mis miedos apostaban por invadirme nuevamente, y debía afrontarlos, no tenia otra opción, estaba camino a Caracas con los niños,  aquí me esperaba el desconcierto, ¿Qué hacer ahora? lo menos que  pensé fue volver a Santa Ana, definitivamente ya no quería saber nada de aquel pueblo, pero vivir en casa de mi madre, no era precisamente una idea que me causara alegría, parece paradójico había salido de aquel encierro, podía respirar sin angustia, pero ¿y ahora qué?

Mi madre se quedó sola con nosotros muy joven, y sin ninguna posibilidad de estudios ni preparación le tocó salir a la calle a trabajar para mantenernos, las formas que encontró para ganarse la vida eran muy duras, requerían mucho esfuerzo físico, debía levantarse de madrugada, trabajar hasta las 11 de la mañana luego llegar a casa medio descansar ,para salir a trabajar también en las tardes, hacía de todo, vendía comida, limpiaba casas, planchaba ropa, en fin nos levantó con lo único que sabe hacer, cocinar y limpiar, pero adicional al trabajo duro también tuvo la frustración del abandono, que nunca lo pudo superar a pesar de su fuerte coraza, la separación de mi padre marcó su vida para siempre y  esa frustración la pagamos sus hijos.

Hoy puedo entender perfectamente su desapego y falta de cariño para conmigo, pero en los años de mi niñez y adolescencia me parecía la madre mas dura e insensible que podía existir, después pude entenderla a pesar que se formó una coraza de hierro para no mostrar sus sentimientos, para no mostrar debilidad, sin darse cuenta se colaban algunos actos de bondad, sin embargo, su actitud siempre reprochándome me desalentaba, sabía que eso me esperaba en Caracas.

Al llegar a casa de mi madre se sorprendió, y antes que me preguntara nada o me reprochara los tres meses sin saber donde andaba, me eché a llorar y no dejaba de repetirle, "me voy a divorciar, me voy a divorciar, no sabes todo lo que me ha pasado, todo lo que Raúl nos  ha hecho pasar estos tres meses, no quiero saber nada de él"

Al verme así sólo me dijo "Si te quieres divorciar, es tu problema".....

Lo primero que hice fue abrazar a mi niña que tenía tres meses sin verla, después de descansar  fuí al banco a revisar con cuanto dinero contaba, retirar para comprar comida y algunas cosas para los niños, si hay algo que mi madre no tolera bajo ninguna circunstancia, es que pretendan vivir de ella, mientras resolvía qué hacer, tenía que aportar a la casa.

Empezó nuevamente la agonía de buscar quién cuidara los niños, al menos los pequeños, para poder buscar trabajo, pero no conseguía, mientras no contara con alguien estaba amarrada en la casa, hasta que encontré una solución, un hogar de cuidados para niños subsidiado por el gobierno, gracias a Dios estaba muy cerca de la casa, fui a ver cómo era el proceso para inscribirlos, esperé unos días mientras me daban los tres cupos, allí logré que cuidaran a Rauvy, Raúl y a Claudia desde la mañana hasta las 4:00 pm, Jessica en el colegio y Carlos ya estaba mas grande se podía quedar en la casa con mis hermanos o a veces se iba al trabajo con mi mamá.

 "Hay que luchar por los sueños, pero hay que saber también que, cuando ciertos caminos resultan imposibles, es mejor conservar las energías para recorrer otros caminos"

Después de un mes de haber llegado a Caracas, al fin contaba con tiempo para buscar trabajo, durante ese mes evalué varias posibilidades, si de algo estaba segura es que no iba a volver a Santa Ana,  llamé allá  para saber por todas mis cosas que habían quedado en el pueblo, los dueños de la casa me dijeron que Raúl les había dado permiso para sacar todo, vender lo que quisieran y el resto lo regalaran, así que tampoco tenía nada ni para empezar de nuevo, Guadalupe no era mi opción, ese sería el primer lugar donde Raúl me buscaría si no estaba en casa de mi madre, aunque mi familia no era precisamente el dulce hogar, de alguna manera me sentía acompañada, al menos sabía que delante de ellos no iba a hacerme daño, en ese tiempo no supe nada de él y ya mi madre empezaba a exigir que buscara que hacer, así que ya era hora de salir a la calle.

Caracas, una selva de cemento, en la que no vivía desde cinco años atrás, se me iban los días, asistiendo a entrevistas de trabajo, buscaba las que más se ajustaban a mi, que no eran muchas, porque no contaba con estudios, ni experiencia laboral en empresas, sólo tenía mis conocimientos de ventas y mis ganas de seguir andando.. Empecé con contratos en ventas, vendí de todo, baterías de cocina, libros, seguros de prevención, en fin, caí en todas las ofertas de trabajo que prometían rápidos ingresos sin mucha experiencia, creo que la mayoría de los caraqueños hemos pasado por eso, pequeñas oportunidades de uno o dos meses máximo que me permitían conseguir algo de dinero y lo mas importante sentirme ocupada, útil, estando en la casa con la mente ociosa sólo conseguía desesperar con la ansiedad.


Así pasaron los meses, trabajé en una y otra cosa, la situación no estaba nada fácil, para una mujer sola con cinco hijos no hay muchas oportunidades, pero yo había aprendido  a hacer que las cosas pasaran, el tiempo en Guadalupe y en la finca, me habían enseñado a luchar en contra de mis miedos, en no permitir que me avasallaran, sabía que nada me iba a caer del cielo, sabía que en esta ciudad sólo sobrevive el mas fuerte, nunca perdí la confianza en Dios, no me acostaba una noche sin pedirle guía, protección y ayuda, cada día volvía a la calle buscando una oportunidad.
Acepta los riesgos, toda la vida no es sino una oportunidad. El que llega más lejos es, generalmente, el que quiere y se atreve a hacerlo.
Seguí trabajando en lo que encontraba, y no paraba de buscar una mejor oportunidad, conseguí trabajo en una academia de estética, donde se hacen cursos y talleres para terapias de belleza, era  asistente de la administradora, inscribía las alumnas, vigilaba los horarios de clase, junto con otra compañera cobrábamos las mensualidades, pagábamos insumos, material, profesores, buscábamos las pasantías de las chicas en fin atendíamos toda el área administrativa, bajo la supervisión del dueño del instituto.

Allí trabajé algunos meses, aunque el dueño era un tirano y el sueldo era una miseria,  era lo mas estable que había conseguido, tenía que trabajar desde las 7:00 am hasta las 7:00 pm, en días de inscripción y de  cobro no terminábamos hasta las 9:00 pm; el dueño era un explotador, no por el trabajo, sino por la miseria que pagaba, aprovechándose de la necesidad de las personas que trabajábamos allí; cuando llegaba a la casa ya mi niña había buscado a sus hermanitos y me esperaban, pero casi todas las noches encontraba un problema diferente, que los niños rompieron algo, que ensuciaron, que algo dañaron, mi madre me reprochaba decía que tenía que buscar un trabajo que me permitiera estar en casa cuando ellos llegaran, que allí nadie estaba dispuesto a ayudarme, empezaron a objetar nuestra estadía allí, así que tenía que buscar donde irme.

 Sólo son niños.....  tienen poca experiencia o madurez simplemente se comportan como niños.

Los días seguían pasando, continuaba trabajando en la academia, pero la situación en casa de mi familia era cada vez mas difícil  de soportar, lo que ganaba no me permitía ahorrar nada, continué tolerando aquella situación donde ni los niños ni yo la estábamos pasando bien, pero era la única opción que tenía en ese momento. No resultaba nada fácil controlar y mantener encerrados cinco niños, yo les pedía que se portaran bien, que se quedaran en el cuarto hasta que yo llegara, pero eso era imposible, eran niños, ellos no entendían que podían molestar en casa de su abuela,  la situación fue de mal en peor....

Si quería mejorar y salir adelante necesitaba armarme de paciencia, prepararme para soportar contratiempos sin caer en la amargura, era muy importante vivir cada día, uno a uno, porque cada día tenía una carga diferente, no iba a ganar nada con desesperarme en conseguir una solución inmediata.
Por la paciencia el hombre se hace dueño de sí mismo, aprende a robustecerse en medio de las adversidades. La paciencia otorga paz y serenidad interior. Hace al hombre capaz de ver la realidad con visión de futuro, sin quedarse enredado en lo inmediato.

Raúl tenía una forma peculiar de llamarme para que abriera la puerta en casa de mi mamá desde que éramos novios, ya que es una casa de dos plantas y un patio largo donde está la puerta principal, las habitaciones están en la planta de arriba, es muy difícil que sólo llamando  te escuchen por mas que grites, mi madre alguna vez colocó un timbre, pero no duraba nada, porque los muchachos del barrio lo agarraban de juego. Entonces Raúl silbaba, si, un silbido fuerte y agudo que yo conocía en cualquier lugar.

Habían pasado unos seis meses desde que salimos de la finca,  no estábamos muy a gusto en casa de mi madre, pero aún no encontraba la forma de irme; una madrugada me despertó aquel silbido que conocía muy bien, no lo podía creer, me quedé en la cama pensando que quizá estaba imaginándolo pero no, estaba bien despierta, y el silbido era claro y fuerte tanto que taladró mi mente, mis pensamientos, por largo rato no reaccioné, no podía levantarme para abrir la puerta, mi mamá que siempre estaba despierta temprano, lo escuchó y bajó a abrirle, cuando lo escuché preguntar por nosotros me levanté y bajé.... ahí estaba nuevamente mi karma, parado frente a mi, como el mas inocente de los hombres, como si nada hubiera pasado.

Había tanto odio en mi corazón, lo veía y para mi era el culpable de todo lo que nos pasaba, si él hubiera sido un buen esposo, un buen padre, si hubiera buscado la forma de darnos lo que necesitábamos, si su machismo y egoísmo no hubiera estado por encima de las necesidades de su familia, nada de lo que habíamos vivido todos esos años habría pasado. Grité, insulté, reproché, todas y cada una de las cosas que me había hecho, le dije que no lo perdonaba y que se fuera, que con nosotros no iba a vivir mas, que nos dejara en paz.

Él sólo escuchaba y lloraba, no negó nada de lo que yo decía, lloraba y pedía perdón, se arrodilló y juró que nunca mas nos iba hacer sufrir, que no podía vivir sin nosotros, y mil cosas mas, yo no quise saber nada mas y lo saqué de la casa, otra vez  los miedos volvieron a mi, quería irme donde no me encontrara, pero ¿cómo? no podía seguir con los niños para acá y para allá, ellos necesitaban tranquilidad, sabía que en casa de mi mamá no la teníamos, pero tampoco íbamos a estar mejor, en lugares desconocidos y peligrosos, una vez mas debía calmarme, pensar y tratar de ahorrar para tener como irnos.

Raúl se fue a casa de familiares que vivían cerca, y yo seguía trabajando, por supuesto no dejó de insistir, se aprovechaba cuando yo no estaba para ver a los niños y hacerse la víctima, los niños sabían que él no se había portado bien con nosotros, pero no puedes pedirle a un hijo que guarde rencor a su padre,  yo nunca tomé esa posición, lo que ellos sabían era porque se daban cuenta, yo nunca los puse en contra de su papá, empezó a meterse poco a poco, hasta que los niños empezaron a pedir que lo perdonara, que le diera otra oportunidad, que había prometido cambiar, y pare de contar, hizo un trabajo de hormiguita, sin darme cuenta me estaba manipulando de nuevo, pedía y pedía, mi madre lo segundaba e insistía con que yo no podía sola con los cinco niños, que le diera una oportunidad, en fin me sentía bombardeada por todas partes  la situación donde mi mamá era cada vez peor, tuve que irme del trabajo que tenía porque aquello era una esclavitud que además me obligaba a dejar mucho tiempo a los niños, me tocó de nuevo pensar por ellos.

¿Tenía yo el derecho de someterlos a tanta adversidad, si su padre decía haber aprendido la lección, si aceptaba haberse dejado llevar por su familia, por el machismo y por los celos? ¿Tenía yo el derecho de negarle a él y a los niños estar juntos? Nuevamente las dudas se instalaron en mi, finalmente lo que nos había separado era su inmadurez, pero él hablaba con tanta sensatez,  daba señales que todo lo que habíamos vivido  lo había madurado, hablaba con tanto arrepentimiento, no dejaba de llorar y de pedir perdón, nunca lo vi así tan arrepentido tan dispuesto a mejorar..... que tomé la decisión por mis niños y por mi de darle la última oportunidad. Pero fui muy clara con las condiciones, debía buscar donde pudiéramos vivir, debía conformarse con vivir al lado de los niños no debía exigirme deberes conyugales, tenía que permitir que yo durmiera con las niñas, sólo con esa condición lo aceptaría de nuevo, él debía comprender que no era nada fácil rehacer nuestra vidas como si nada había pasado, debía dejar que el tiempo curara las heridas y donde mas énfasis hice.... debía dejar la bebida.

Él sin pensarlo mucho acepto mis condiciones, y acotó.... ya verás que no te vas a arrepentir....

Hasta el próximo post! gracias por leerme